Cada día que pasa nos queda menos tiempo para cambiar nuestro estilo de vida y adoptar acciones que sean más responsables con el medio ambiente, pues ya es imposible negar el impacto ecológico que nuestro estilo de vida moderno ha provocado.
Un porcentaje importante de dicho impacto lo provocó la producción, el uso y desecho de todos los componentes tecnológicos a los que tenemos acceso, pero a pesar de que en parte ha sido la tecnología la que ha provocado el daño, es también la misma tecnología la que nos puede ayudar a encontrar una solución.
Hasta ahora cada vez que mencionamos la fibra óptica, lo primero en lo que pensamos es en una conexión a internet de alta velocidad, pero este cableado también es una herramienta muy versátil y al mismo tiempo amigable con el medio ambiente, pero antes de entrar a detalle en esta característica necesitamos primero definir cómo se compone este cableado.
La esencia de la fibra óptica reside en su núcleo, el cual se encuentra compuesto por filamentos de cristal o algún tipo de plástico altamente transparente, los cuales se encargan de transportar los datos en formas de pulsos de luz, esto le otorga la posibilidad de alcanzar altas velocidades de transmisión, posteriormente el núcleo es cubierto normalmente por dos revestimientos, los cuales se encargan de evitar que los pulsos de luz se disipen y protegen al núcleo de elementos externos, como el polvo o el agua.
Es en su composición donde encontramos la primera característica que le otorga el título de sustentable pues uno de lo materiales más utilizados para la fabricación de su núcleo es el sílice, un elemento tan abundante en el planeta que se encuentra en el segundo lugar después del oxígeno, y se encuentra tanto en tierra firme como en el mar, además cuenta con un ciclo de generación orgánica, lo que lo convierte en un elemento difícil de agotar.
En segundo lugar nos vamos a centrar en su rendimiento, pues se a través de distintas pruebas se ha podido confirmar que en comparación de los cableados a base de metales, como el cobre, la fibra óptica requiere alrededor de un 80% menos de energía para transportar los datos, principalmente porque la fibra no transporta electricidad sino únicamente luz, siendo esta la propiedad que sustenta básicamente su potencial sustentable.
Debido a que no transmite electricidad, el cableado de fibra óptica no se calienta y no requiere de dispositivos adicionales de enfriamiento, con lo que ahorramos tanto en recursos para su fabricación como en energía para su funcionamiento y gracias a su alto índice de conductividad lumínica, es posible emplearla no solo para la transmisión de dato sino también para iluminar todo tipo de espacios haciendo uso de una sola fuente de luz, esto implica que dentro de una vivienda puede existir una sola lámpara que alumbre distintas habitaciones o que incluso se aproveche la luz natural de exterior para canalizar al interior.
Por último en cuanto a la infraestructura, a pesar de que al momento de manipularla hay que tener un mayor cuidado para evitar romper el núcleo, a largo plazo la fibra óptica es más resistente que los cables con núcleo metálico, pues esta es inmune a los efectos de la oxidación que sufren los metales, manteniendo su rendimiento con el paso del tiempo.
Además una red de fibra óptica permite que la información viaje distancias más largas con un menor número de centrales de comunicación y repetidores, reduciendo considerablemente la infraestructura necesaria para su instalación.
De forma general la fibra óptica tiene muchos usos y sin duda la veremos ser parte de los nuevos avances tecnológicos que lleguen en los próximos años, los cuales apuntan cada vez más a un escenario en el que tanto la tecnología, la comodidad y el medio ambiente puedan convivir en equilibrio, pero para que podamos llegar a vivir en este mundo, es necesario que hagamos un uso responsable de todos los recursos a nuestro alrededor.