Víctor Añazco Pazos, Jefe de Movilidad – Touring y Automóvil Club del Perú.
El Acuerdo de París estableció el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2°C sobre los niveles preindustriales, lo que reduciría considerablemente los riesgos y el impacto del cambio climático.
Para ello, había que disminuir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), panorama que requiere de la implementación de un conjunto de políticas, las cuales también alcanzan a las formas de transporte y movilidad humana.
En ese sentido, países como China y la comunidad de la Unión Europea han optado por promover la electromovilidad desde hace algunos años, ello como iniciativa para disminuir sus emisiones y cumplir con sus compromisos ambientales. Tal es el caso de BYD, la empresa de mayor producción de vehículos eléctricos a nivel mundial, o el célebre modelo Nissan Leaf, el vehículo 100% eléctrico más vendido del mundo.
Latinoamérica no ha sido ajena a estos cambios. México, Argentina, Uruguay, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Chile han establecido incentivos para este tipo de movilidad. Ecuador tiene un proyecto para que el transporte en las Islas Galápagos sea 100% eléctrico, por la vulnerabilidad ambiental del hábitat de las especies.
Quizá Chile es el caso más emblemático, dado que ha establecido un ambicioso proyecto de renovación de las unidades de buses del Transantiago hacia una flota totalmente eléctrica, buscando, entre otras cosas, dar un servicio de transporte masivo de mayor calidad.
El Perú recientemente ha incursionado en la micromovilidad eléctrica (scooters, bicicletas y motos eléctricas); sin embargo, aún estamos lejos de nuestros pares latinoamericanos en esta revolución que ya es el “futuro – presente” de muchos países.
Para poder avanzar en ello es necesario que las autoridades brinden las facilidades legislativas e incentivos económicos para la importación de los vehículos eléctricos y la instalación de una red de “electrolineras” que permita dar la solvencia y la tranquilidad a los usuarios.
Esta nueva forma de movilidad no solo constituye un avance en lo ambiental, sino también en la calidad de vida de la población, dando una mayor dignidad y seguridad al transporte.
Vía Diario Gestión