Por Paulo Pantigoso
El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) presentó el último Informe Global de Riesgos 2019, en el que resalta que los riesgos globales se vienen intensificando, de la misma manera que aparentemente la voluntad colectiva de abordarlos disminuye o hace falta.
Destacan las preocupaciones en torno al cambio climático y la degradación ambiental, el aumento de la polarización en las sociedades, el incrementos del ingreso y de la disparidad de la riqueza, la creciente dependencia sobre lo “Cyber”, el añejamiento de la población, el incremento del nacionalismo y las migraciones involuntarias a gran escala. Todo ello está deviniendo en los crecientes riesgos de eventos naturales extremos, pérdida de la biodiversidad, daño al entorno, y profunda inestabilidad social y falla de los sistemas de gobierno nacionales.
La geopolítica y la geoeconomía aumentan las tensiones entre las principales potencias del mundo, que se dirige hacia un periodo de divergencia, y en el que resulta necesario atender las urgencias de proteger el medio ambiente. Así, los resultados de la inacción climática son cada vez más claros, pues la pérdida de la abundancia de la biodiversidad ha disminuido en un 60% desde 1970, y está afectando la salud y el desarrollo socioeconómico.
Por otro lado, en el mundo la concentración urbana concita enormes desafíos de planificación y cuidado. Se espera que dos terceras partes de la población mundial viva en ciudades para 2050, y ya hoy 800 millones de personas viven en más de 570 ciudades costeras, vulnerables a tan solo un aumento del nivel del mar de 0,5 metros para 2050.
También prevalece la predicción de una desaceleración gradual del crecimiento global en los próximos años, donde destaca la reducción del crecimiento de 6,6% del PIB de China en 2018, a 5,8% para 2022, además del récord de la deuda global, en torno al 225% del PIB global.
A manera de “10 years challenge”, en 2009 sobresalían tres y cuatro riesgos de naturaleza económica sobre los primeros cinco riesgos medidos por su máxima probabilidad de ocurrencia e impacto, respectivamente, pero no sobresalía ningún riesgo medioambiental. Para este 2019, resaltan tres riesgos medioambientales dentro de los cinco riesgos más altos: a) eventos climáticos extremos, b) fallas en la mitigación y adaptación a los cambios climáticos, y c) desastres naturales, seguidos por dos riesgos tecnológicos y ningún riesgo mayor de corte económico.
La tecnología también sigue desempeñando un importante desafío, tanto en su prevalencia como en su potencial disruptivo de ataques. De hecho, destacan las preocupaciones por las vulnerabilidades tecnológicas asociadas con noticias falsas, robo de identidad y datos, y pérdida de privacidad. Ante ello, los países deben fortalecer su proyección transfronteriza de contar con asociaciones para asuntos de seguridad.
Finalmente, el estudio del WEF resalta que la importancia de los diversos cambios estructurales que se están dando no debe distraernos del lado humano de los riesgos globales. Transformaciones complejas en lo social, lo tecnológico y su impacto en el trabajo están teniendo un profundo impacto en las vivencias de las personas.
Un tema común es el estrés psicológico relacionado con un sentimiento de falta de control ante la incertidumbre. Esto decanta en riesgos globales más amplios a través de sus impactos en la cohesión social y política. En resumen, un llamado de atención para cambiar y trabajar por el bienestar común.
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Paulo Pantigoso es Country Managing Partner en EY
Artículo publicado originalmente en la edición de Febrero 2019 de América Economía.