Premisa:
Parece que el coche está en el centro del huracán, y ya hace algún tiempo.
Primero fue el escándalo de los tests trucados de emisiones de los Volkswagen – que luego se vio que otros fabricantes también trucaban.
Después se empezó a insistir en que los coches de diésel emiten muchas partículas contaminantes y que deberían de ser eliminados.
A esto le siguieron anuncios de las diversas compañías automovilísticas, diciendo que ya no iban a seguir desarrollando nuevos motores de diésel. Desde ya prácticamente (2020).
Luego vino todo el tema de las viñetas ecológicas que deberían de llevar todos los coches, en función de su año de matriculación, y que se pueden usar para restringir el acceso a las grandes ciudades cuando haya mucha contaminación – aún tenemos que ver cómo se hará eso, y si con el tiempo la cosa se irá haciendo más restrictiva.
La última ha sido el anuncio del Gobierno de que, para cumplir con nuestros compromisos de lucha contra el cambio climático, se prohibirá la venta de coches de diésel, gasolina e híbridos a partir de 2040, y su circulación a partir de 2050. En España los coches solo podrán ser eléctricos dentro de 32 años; pero en Alemania y Francia será dentro de 12 años, y en Noruega en tan solo 7 años.
Este último anuncio ha levantado una gran polvareda. La patronal anuncia que se perderán muchos empleos, porque la mecánica de los coches eléctricos es más sencilla y requiere menos procesos en el montaje. Y también menos mantenimiento, menos reparaciones, menos de todo. Al mismo tiempo, han comenzado a aparecer análisis de todo tipo que nos dicen que los coches eléctricos no son tan buenos como los pintan. Por ejemplo, que no son tan baratos por kilómetro recorrido si el repostaje en vez de hacerlo en casa se hace en una electrolinera (de más potencia y por tanto más rápidas pero también mucho más caras). O que sus emisiones no son tan despreciables, si uno cuenta las de la fabricación del propio coche. O que puede haber problemas con el suministro de litio y cobalto, metales necesarios para la fabricación de coches eléctricos y cuyos precios se han disparado en los últimos meses. Y también que las emisiones de los coches de diésel no son tan grandes como se dice.
Y encima para rematar, hoy ha aparecido un informe de la organizaciónTransport and Environment (Transporte y medio ambiente), que dice que en Europa no deberían circular coches que quemen ningún combustible fósil a partir de 2035.
Vamos, que la cosa está bastante revuelta. Y no cesa.
¿Qué está pasando?
Conclusión Obvia:
Hay bastante obsesión con los problemas ambientales que causa el coche, particularmente el de diésel. Ya se sabe: emisiones de partículas, óxidos de nitrógeno y esas cosas. Y está además el problema de las emisiones de CO2, que están causando un Cambio Climático cuyos efectos resultan cada vez más evidentes.
Así que la cosa está clara: hay que cambiar a coches más «limpios». Pero hay que hacer las cosas con cuidado.
En España, alrededor del 10% del PIB lo genera el sector del automóvil, y un poco más del 9% de la población activa trabaja en este sector. Y en la Unión Europea, al menos en los países grandes, la situación es muy parecida.
El sector del automóvil es demasiado grande para desaparecer, y tampoco se pueden hacer cambios demasiado bruscos. ¿Coches limpios? Sí, por supuesto, todos los queremos. Pero hay que hacer los cambios con orden.
La décima parte de la riqueza del país depende del automóvil. Una de cada diez personas empleadas depende del automóvil.
Así que calma y no hagamos tonterías. Vayamos introduciendo el coche eléctrico poco a poco, dejemos tiempo para que vaya mejorando la tecnología, y así nadie saldrá perjudicado.
¿Verdad?
La Verdad:
Quizá es usted ese uno de diez trabajadores que trabaja en algún negocio o actividad que depende del automóvil. No tengo duda de que al ver las noticias (lo que hemos comentado en la Premisa) se ha preocupado viendo el revuelo actual con el coche. Pero, teniendo en cuanta lo que se comenta siempre en esas mismas noticias, usted habrá seguramente llegado a la Conclusión Obvia que he escrito más arriba.
Si es así, sepa usted que le están engañando.
Y digo «engañando». No es que usted se haya «equivocado».
No. A usted, como a la mayoría de la gente, le han engañado. Lo que pasa es que en su caso usted va a pagar con creces las consecuencias de ese engaño.
La primera cosa que tiene usted que saber es que la inquina de los últimos años contra el coche de diésel no tiene nada que ver con problemas ambientales. A ver, el coche de diésel es contaminante, por supuesto, y además emite CO2, por supuestísimo. Pero eso no es de ahora: todo eso hace décadas que se sabe. Y encima el coche de diésel no es ni lo más contaminante ni lo que más CO2 emite.
El problema es otro completamente diferente. El problema es que ya hemos llegado al pico del diésel. Eso quiere decir que la producción mundial de diésel ha comenzado a disminuir, irremisiblemente.
Para más información, consultar el post: «El pico del diésel: Edición de 2018« |
Como se muestra en el gráfico, a mediados de 2015 se llegó al máximo de producción de diésel. La cosa intentó remontar en 2016, en vano, y ahora cae más rápido que nunca. Ya ha caído más de 1 Mb/d (Mb/d: millones de barriles diarios) desde el máximo de 2015, que fue de 26,3 Mb/d.
Pero, ¿por qué la producción de diésel ha comenzado a bajar, y por qué decimos que esta caída va a continuar de ahora en adelante?
Pues porque en el año 2005 la producción de petróleo crudo convencional llegó a su máximo histórico. Éste es un hecho tan conocido que hasta la Agencia Internacional de la Energía lo reconoció en 2010.
El petróleo crudo convencional es el petróleo de toda la vida, ése que sale de esos pozos que cabecean arriba y abajo mientras bombean el petróleo.
Ese petróleo crudo convencional es aún la mayoría del «petróleo» que se consume hoy en día, más del 70%, pero su producción está decayendo: en 2005 se producían unos 69,5 Mb/d; hoy en día, unos 67 Mb/d. Es decir, 2,5 Mb/d menos.
Este petróleo crudo convencional es el que es más fácil de extraer, y también el más versátil, el que sirve para hacer más cosas. En particular, es el más adecuado para refinar diésel.
Para compensar la caída de producción del petróleo crudo convencional, del petróleo de verdad, se han introducido varios sucedáneos del petróleo. Son cosas de lo más variopintas: biocombustibles, bitumen, petróleo ligero de roca compacta, líquidos del gas natural… Todos ellos tienen dos características en común: cuestan más de extraer y su producción está bastante limitada, no puede subir mucho. Además, la mayoría de estos «petróleos no convencionales» (así los llaman) no sirven para destilar diésel. Por eso tenemos los problemas que tenemos con el diésel. Y mientras más baje la producción de petróleo crudo convencional, más bajará la de diésel.
Pero, atención, que la cosa no se acaba con el diésel. Va a comenzar a bajar la producción de todos los combustibles y va a bajar bastante rápido en los próximos años. Hace unos días, la Agencia Internacional de la Energía publicó su informe anual, y en él enseñaba una gráfica muy preocupante.
La gráfica en cuestión nos dice que, si las petroleras siguen con su actual política de desinversión, en 2025 podrían llegar a faltar 34 Mb/d. Esa cifra es enorme: es como un tercio de todo lo que se produce y consume. Y por si no se había enterado, sí, es verdad, las compañías petroleras están retirándose lentamente del negocio del petróleo. Ya lo dijo Antonio Brufau, presidente de Repsol, hace poco más de un mes: ya no quedan yacimientos rentables. Repsol misma se está retirando lentamente del negocio del petróleo y metiéndose en el de la electricidad. Solo en EE.UU. están tan locos como para seguir invirtiendo en el petróleo no convencional de allí, el que se explota con el fracking, a pesar de que tras 8 años de fracking no ha dado nunca beneficios. Pero tienen fe y tienen a Trump, y siguen tirando el dinero mientras Wall Street se lo siga prestando. En el resto del mundo han comprendido mejor la situación y se está arrojando la toalla. Y con la caída de producción de petróleo en el resto del mundo EE.UU. no podrá compensar la caída.
Del resto de energías no renovables, mejor no hablar. El carbón parece también haber pasado su máximo de producción, el uranio probablemente también, y en cuando al gas natural aún no ha llegado a su límite pero le debe quedar menos de 10 años. Así que poca esperanza hay por aquí.
Están, claro está, las renovables, las que deberían de salvarnos. El problema es que las renovables tienen también muchas limitaciones, hasta el punto de que muchos creemos que solo podrán llegar a cubrir una fracción de toda la energía que se consume. Se necesitarían, además, décadas para montar un nuevo sistema basado en renovables, pero parece que no tenemos tanto tiempo.
Y luego está todo el rollo del coche eléctrico. De entrada, está la cuestión de que la electricidad que tiene que usar el coche eléctrico tiene que salir de algún sitio, es decir, se tiene que usar una fuente de energía para transformarla y sacar electricidad. Y si por lo que parece nos va a faltar energía, el hecho de que el coche sea eléctrico tampoco arregla ese problema. Pero es que además el coche eléctrico tiene multitud de pegas y de problemas. Si tiene ganas de leer artículos técnicos, aquí tiene el sumario a una serie de posts que escribió aquí un ingeniero que trabaja en el sector y lo conoce bien. La conclusión es simple: el coche eléctrico es una filfa y nunca será algo que se pueda vender masivamente.
Así que, resumiendo: toda la obsesión actual con los coches se debe a que comienzan a faltar combustibles. El diésel, el primero, pero los otros le seguirán de cerca. Y en cuanto al coche eléctrico, en primer lugar falta energía eléctrica para que haya muchos vehículos eléctricos, y además es un juguete caro y malo que no está al alcance de todo el mundo.
Por tanto, lo que le va a quedar a la mayoría es ir a pie o como mucho en transporte público. Esto las compañías automovilísticas lo saben de sobra: por eso, entre sus escenarios de futuro contemplan la posibilidad de tener que reducir su producción en un 95% (sí, sí, que la producción sea 20 veces menor que en la actualidad). Eso significa también un cierre masivo de fábricas, por supuesto. Van a despedir a mucha gente, pero no porque la mecánica del coche eléctrico sea más simple. Les van a despedir porque va a faltar combustible y la gente no va poder permitirse tener coche, y lógicamente se van a vender muchos menos.
Las Consecuencias:
¿Y cómo le afecta esto a usted que trabaja en el sector del automóvil?
Si trabaja en una fábrica de automóviles, pues ya se puede imaginar. Les contarán mil rollos, les dirán que están moviendo la producción de un lado a otro y que ahora traerán la nueva línea de coches eléctricos… Después les dirán que los coches no se han vendido como se esperaba y que tienen que reducir gastos, y una parte de los trabajadores se irá a la calle. Si a usted no le echan de ésa, no se preocupe que el ciclo se repetirá varias veces. Así las cosas, tiene dos opciones: o conseguir tener un perfil imprescindible para la empresa o empezar a buscarse otro trabajo. También puede unirse a movilizaciones diversas y presionar al Gobierno para que rescate la planta, ponga dinero público o yo que sé, pero eso no va a servir de nada: no va a hacer aparecer más combustible. Al final se va usted a la calle, no se deje engañar.
Si trabaja usted en un taller de reparaciones, lo tiene también bastante mal. Le dirán que se tiene que especializar, que ahora tendrá que reparar eléctricos y tiene que reciclarse. Tras invertir en formación y en aparatos se encontrará que no le entran suficientes coches como para subsistir. Le dirán que, claro, los coches eléctricos se averían menos. En parte es cierto, pero la clave es que cada vez habrá menos coches. Así que no se deje engañar y no invierta en nuevos equipos y demás: al final el negocio no va a ser rentable, o solamente lo será para unos pocos talleres.
Si trabaja usted en una ITV, pues su situación es parecida a la del taller. Yo por si acaso no invertiría mucho en nueva maquinaria: los coches eléctricos no vendrán de manera masiva, no se deje engañar.
Si trabaja usted en una estación de servicio, qué quiere que le diga. Si vende más de 5 millones de litros al año le obligarán a poner un punto de recarga de 22 Kw. Si se lo hacen pagar a usted, lo lleva claro, no lo va a amortizar en la vida. Además, como caerá el número de coches en general repostarán menos. La subida de precio de los carburantes hará que cada repostaje dé más dinero, pero los carburantes no subirán tanto como para compensar la caída en el número de coches que vendrán a la estación. Además, el repostaje eléctrico le resultará a pérdidas si no le subvencionan el precio de la electricidad. O sea que no se deje embaucar: si quiere durar en este negocio, intente vender menos de 5 millones de litros al año o si no que sean muchísimos mas.
Pero, esperen, que aún queda una buena lista de problemas para gente que trabaja en otras cosas que no son el automóvil pero que al final también están relacionadas.
Por ejemplo, si trabaja usted en una constructura, y en particular se dedica a la construcción y mantenimiento de carreteras y autopistas, sepa que el negocio va a caer y mucho en los próximos años. Va a haber muchos menos coches en las carreteras, e incluso menos camiones. ¿Y para qué se van a construir o incluso mantener carreteras vacías?
Si es usted transportista, sepa que el precio del diésel va ir subiendo los próximos años. No siempre: a veces bajará un poco, pero para después seguir subiendo y mucho más de lo que baje. Recuerde lo que pasó en 2008: vaya con cuidado con que los portes paguen el precio del combustible. Y además habrá menos trabajo en general. Intente tener pagado el camión y no se trague las bolas que van contando. ¿Va a haber camiones eléctricos, como anunciaba Tesla? Pues no, porque la batería ocuparía el 80% de la carga útil, es un auténtico despropósito. Mejor que se reserve el diésel para los vehículos profesionales, que va a hacer falta.
Y si es usted agricultor, esto también le va a afectar. Los tractores y el resto de maquinaria agrícola tampoco pueden ser eléctricos, por lo mismo que los camiones: porque la batería tendría que ser mucho más grande que el resto del vehículo. Va a tener que tirar de diésel, e incluso sacando a los coches del medio, para 2025 o 2030 va a comenzar a faltar para los tractores y el precio se va a disparar. ¿Lo va a poder pagar usted con esos precios tan ridículos para los productos agrícolas en origen?
Y si es usted un ciudadano de a pie, pues vaya mentalizándose de que va a ser exactamente eso: de a pie. No se gaste una millonada en un coche eléctrico que al final casi no podrá usar: no deje que le engañen, no le saldrá nunca a cuenta.
¿Y ahora qué?
Los problemas que he descrito se están viendo venir desde hace ya unos años. Encima, son bien conocidos, no es nada nuevo ni sorprendente.Los responsables políticos los conocen de sobra.
Se está desviando la atención con el problema ambiental (que sin duda es grave, pero que no es lo que ha motivado a movilizarse justo ahora) y se pretende hacer creer que se está haciendo algo cuando en realidad no se hace absolutamente nada. Se está haciendo lo de siempre, vaya: dejar que el problema se vaya resolviendo solo. Aunque eso machaque e incluso lleve a la ruina a muchos ciudadanos.
Eso quiere decir que nos cuentan milongas sobre el coche eléctrico, electrolineras, hidrógeno y no sé cuantas cosas más, pero nada de eso va a funcionar, por lo menos, no así como se pretende – o se dice pretender – que se haga.
El problema es muy grave y es hora de dejar de mentir y explicar las cosas como son. No somos niños y tenemos derecho la verdad. Discutamos las cosas en serio y organicémonos para afrontar esto de la mejor manera posible.
Hay muchas maneras de salir de esta situación, esto no es el apocalipsisni estamos condenados. Pero sí que hace falta que todos podamos participar en esta discusión, no que decidan un grupo de señores con corbata que no ha tocado una máquina en su vida y que por lo visto tienen unos planes de mierda para hacer frente a un problema tan grave. A lo mejor si dejan de intentar engañarnos y nos escuchan, se sorprenderán de ver que la gente puede proponer soluciones muy válidas.
Antonio Turiel
Noviembre de 2018