En Perú, como en muchos otros países de Latinoamérica, hay familias que gastan miles de dólares en escuelas privadas para sus hijos y otras que con costo pueden enviarlos a las escuelas públicas gratuitas.
Y el acceso a educación es solo una de las muchas dimensiones en las que se ponen de manifiesto las diferencias entre los niveles socioeconómicos altos, medios y bajos de la región.
Si te pidieran representar esa realidad de forma gráfica, tal vez elegirías una pirámide: la conocida pirámide de clases sociales.
Pero para el investigador social peruano Rolando Arellano, esa figura geométrica ya no refleja adecuadamente la composición social actual de Perú.
El autor del libro «Al medio hay sitio» (2010), le dijo a BBC Mundo que prefiere usar más bien un rombo para representar la estructura de clases de la sociedad peruana.
Pero, ¿qué significa eso? ¿Y qué dice de los cambios experimentados por Perú?
Progreso innegable
A inicios del siglo, el 54,8% de la población de Perú era pobre, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Y esta clara mayoría desposeída —que en 2002 incluía un 24,4% de pobres extremos— formaba la base de la tradicional pirámide de clases.
Pero, para 2016, los pobres —definidos como quienes no pueden gastar más de US$100 mensuales— se habían reducido a un promedio de 20,7%.
Mientras que los pobres extremos —aquellos que cuentan con menos de US$54 al mes— sumaron solo el 3,8%, de la población, de acuerdo al INEI.
Es decir, en solo 15 años, los pobres de Perú pasaron de ser más de la mitad de la población a ser menos de un cuarto como resultado de una reducción de 34,1 puntos porcentuales.
Esta reducción fue muy superior al promedio de América Latina, donde según la CEPAL la reducción de la pobreza durante el mismo período fue de 15,2 puntos porcentuales.
Y, según Arellano, en Perú los que salieron de la pobreza, formaron una nueva clase media que hizo que se redujera la base de la pirámide engordando el medio.
Una nueva distribución que transformó al triángulo en un rombo, con la mayoría de la población en el centro, afirma el investigador.
Pero, ¿qué tan precisa es esta idea?
¿Y por qué no todos están de acuerdo con Arellano si las cifras parecen respaldar su afirmación?
Los vulnerables
Pero contestar estas preguntas, primero hay que definir «clase media», que según Arellano es el grupo de personas con ingresos suficientes para tener algunos gastos discrecionales que «además que tiene un sentimiento de afirmación de contar con una fuerza social importante».
Pero no todos le atribuyen el mismo tamaño, debido a la diferencia de métodos para medirla.
Por ejemplo, en su libro «Los Estilos de Vida Latinoamericanos, según Actitudes, Tendencias, Intereses y Recursos», Arellano afirma que en la región latinoamericana la clase media ya incluye al 60% de la población.
Pero, según la Corporación Andina de Fomento (CAF), para 2016, solo el 35,4% de los latinoamericanos podía ser considerado «clasemediero».
Y en Perú se dan las mismas discrepancias.
Arellano le dijo a BBC Mundo que alrededor del 70% de los peruanos se ubica en la mitad de la estructura social.
Pero muchos advierten que esta cifra incluye también al sector conocido como «vulnerable», es decir, familias que corren el riesgo de volver a caer en la pobreza.
De hecho, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que en 2016 que la clase media peruana alcanzaba al 38% de la población y el sector vulnerable al 40,6%.
«A pesar del progreso socioeconómico, muchos peruanos se hayan en una situación de inestabilidad desde la que podrían fácilmente caer de nuevo en la pobreza si la economía experimenta cualquier turbulencia o desaceleración», advierte la organización.
Efecto ascensor
Arellano reconoce la posibilidad de que algunos «clasemedieros» vuelvan a ser pobres.
Y, de hecho, las cifras económicas de 2017 atizaron esos temores, pues la pobreza aumentó por primera vez en una década, en 1%, para afectar al 21.7% de la población, según el INEI.
Pero el analista defiende la inclusión del elemento «vulnerable» en la idea de la clase media.
«La tendencia muestra que mayoritariamente van hacia una consolidación de su bienestar y que son mucho más «vulnerables» de caer en la riqueza que en la pobreza», escribe el investigador en su columna de octubre en la página Arellano Marketing.
«Llamarlos ‘clase media emergente’ sería mucho más correcto para mostrar su potencial, pues el vaso se está llenando y no al contrario», afirma ahí.
Sin embargo, más allá del desacuerdo sobre quiénes son clase media, dos investigadores del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) se oponen a la idea del rombo en sí.
Leonor Lamas y Ludwig Huber, autores del libro «Deconstruyendo el rombo. Consideraciones sobre la nueva clase media en el Perú», ponen en duda que la estructura social del Perú tenga esa forma geométrica
«Lo que se puede haber dado es un «efecto ascensor»: en una coyuntura de bonanza, todos suben un nivel», explican.
«Sin embargo, esto no quiere decir que la desigualdad se hayan acortado», sostienen en un comunicado enviado por el IEP a BBC Mundo.
«Por tal motivo, se propone que la pirámide subió a un segundo piso, y no tanto (que se transformó en) un rombo», opinan.
Arellano reconoce que un rombo no implica que haya desaparecido la desigualdad: «Hay una punta de arriba y otra abajo. Lo importante es que el rombo te dice que la mayoría está al medio», afirma.
Y, ciertamente, tenga el tamaño que tenga, las estadísticas muestran que la clase media es más grande que la clase pobre en Perú.
Sin embargo, como destacan Lamas y Huber, aún hay tareas pendientes, como «consolidar a esa clase media».
«No hay nada más volátil, nada más impredecible y nada más peligroso que una clase media que se siente amenazada», advierten los dos.