Miguel Maal, gerente general de Promisol, propone el desarrollo de este tipo de campos para que más zonas del país accedan al gas natural en forma rápida, económica y eficiente.
Usted afirma que podemos aprovechar la experiencia colombiana en el desarrollo de campos menores de gas.
Realmente hay muchas ventajas. Si bien el Perú cuenta con reservas muy grandes de gas natural, sobre todo en Camisea, esos reservorios necesitan proyectos que, por su magnitud, son más complejos de desarrollar. Con esto no quiero decir que no deban hacerse, por supuesto que deben realizarse, pero lo que nosotros planteamos es un complemento a esos grandes proyectos que tiene el Perú en marcha. Se pueden desarrollar campos de gas natural que no sean tan grandes como los de Camisea, campos que puedan tener producciones de cincuenta a sesenta millones de pies cúbicos al día, y que pueden llegar a zonas donde, de pronto, las producciones de grandes campos no llegarán o tomarán mucho tiempo en hacerlo. Esto le daría al Perú la opción de contar con más gas natural en diferentes zonas del país, de una manera económica y eficiente, y en un tiempo menor.
¿Cuántos campos menores se podrían desarrollar en el Perú?
Aquí hay muchos campos. No tengo una cifra exacta, pero pueden existir más de diez campos menores a lo largo de todo el país. Obviamente, por su ubicación, son un poco complejos de desarrollar; pero, a través de las estrategias y tecnologías existentes, es factible explotar estos campos.
Ante el auditorio insistió en un esquema integrado para el desarrollo de este tipo de campos. ¿Por qué plantean este enfoque?
Nuestra estrategia es ofrecer al productor una solución completa en el servicio de tratamiento en la compresión o recolección que se necesite. Generalmente un productor dedica sus recursos a la exploración y producción, que son importantes, pero también tiene que destinar recursos a las instalaciones que van en la superficie para poder adecuar la calidad del gas natural a lo que requiere el mercado. Nuestra solución provee este servicio y entrega el gas natural en condiciones de calidad. Incluso, podemos ir más allá, asumiendo la comercialización o el transporte del gas natural al sitio donde se ubique el consumo, con conexión a gasoductos. Es una estrategia con la que buscamos brindar una solución completa a los productores, pero como un aliado que haga más factible que el gas natural ingrese de manera económica y eficiente al mercado.
“Hay gas natural en Colombia, solo hay que explorarlo y producirlo. El sector es muy dinámico y tenemos muchísimos años por delante”.
Ha comparado las reservas de gas natural de Colombia y Perú. En su país, la política exploratoria es considerada exitosa. ¿Cómo ve el futuro de la actividad gasífera en Colombia?
Cuando hacia la comparación de las reservas, me refería a las probadas, que en Colombia son inferiores a las del Perú. Sin embargo, Colombia tiene muchas posibilidades de encontrar más reservas de gas natural. De hecho, ya se encontraron yacimientos en aguas profundas. En ese tipo de reservas, las economías y las complejidades de operación son un poco diferentes a las de una explotación convencional. Lo vemos con mucho optimismo. Contamos con estos yacimientos que denominamos campos menores, con la posibilidad de gas natural en aguas profundas, además de la primera terminal de importación de gas natural en Cartagena, que, si bien está destinada para el sector térmico, abre otras posibilidades a Colombia para contar con más gas. Hay gas natural en Colombia, solo hay que explorarlo y producir. El sector es muy dinámico y tenemos muchísimos años por delante.
AUSENCIA DEL ESTADO
En su presentación indicó que han tenido dificultades con la población en el desarrollo de campos en Colombia. ¿Qué origina estos conflictos?
Somos una compañía muy respetuosa y comprometida con nuestras actividades de responsabilidad y desarrollo social en las zonas donde realizamos nuestras operaciones. Es decir, cumplimos con toda la reglamentación en los procedimientos que nos exigen las autoridades. Sin embargo, vemos que tenemos que ir mucho más allá. Hay que hacer unos procesos previos a nuestro ingreso para realizar el proyecto, y hay que investigar muy bien.
¿Cuáles son las necesidades de las comunidades? ¿A quién se debe consultar? ¿Quiénes son, digamos, los interlocutores válidos para desarrollar nuestras actividades? En la medida de que uno los identifique muy bien y, también, precise qué tipo de necesidades tiene la comunidad, vamos a llegar a unos acuerdos muchos más satisfactorios. Sin embargo, aun haciendo eso, y cumpliendo con todos esos procesos, nos encontramos con problemas.
Desafortunadamente, en algunas áreas de país, el Estado colombiano está ausente, y eso dificulta el poder dar cumplimiento a cabalidad con las exigencias que se plantean a estas actividades productivas.
Cuando nos encontramos con algún inconveniente social, en el que las comunidades exigen temas adicionales a los que ya se acordó, no contamos con el acompañamiento de las autoridades para poder implementar lo que ya ha sido definido.
El desarrollo de campos menores de gas natural puede ayudar a impulsar el tan ansiado proceso de masificación.
¿Resolver estos actos de fuerza de la población corre a cargo de la empresa privada? Tenemos entendido que las normas son muy puntuales en Colombia.
Las comunidades hacen vías de hecho por sus propias decisiones. Nosotros siempre nos acompañamos de las autoridades para atender este tipo de situaciones. Si bien existe reglamentaciones, a veces hace falta más acompañamiento del Estado colombiano.
¿En todos los proyectos que desarrollan se presentan este tipo de problemas?
Sí, en estos proyectos se presentan este tipo de problemas, lo que impide desarrollarlos con más agilidad.
¿Cuál es el impacto económico de estos actos de fuerza?
Depende de la magnitud del proyecto. En un atraso de ocho a nueve meses, por ejemplo, comercializando de 30 a 35 millones de pies cúbicos día, significa que te estás atrasando unos nueve meses en la comercialización, además de los sobrecostos propios en la ejecución de la obra