César Gutiérrez
La felicidad eterna no se da sino en el paraíso celestial, según predican las religiones; y es lo que deben tener bien en claro los grandes consumidores de electricidad, que se les ha llamado clientes libres en la normativa del sector. En los dos últimos años, por el excedente transitorio de oferta, han vivido una “hora loca de precios”. Han renunciado a contratos de largo plazo para migrar a contratos cuya culminación se dará entre el 2020 y el 2022, porque el precio ofrecido para cambiar de suministrador llegaba a ser hasta el 50% de lo que venían pagando. La oferta resultaba muy atractiva: bajísimo precio, pago de penalidad por resolver contrato vigente, vigencia de contrato de 5 años y cláusula de salida muy generosa. Aparentemente una “propuesta que no se podía rechazar”, pero que en la visión de un zahorí debía rechazarse.
A la par que esto ocurría, el discurso público de los generadores, Ministerio de Energía y Minas y hasta el Banco Central de Reserva, era que había un excedente oferta y que nada debía hacerse hasta el año 2028. Vieja falacia, ya se sabía desde esa época que si el Gasoducto Sur Peruano (GSP), no se concluía antes del 2020, se iba a tener que operar las centrales duales (gas natural/diesel) a petróleo diesel cuyo costo variable total quintuplica a la de mayor costo dentro de las que operan con combustible de bajo costo, que es la Central Térmica de Carbón existente en Ilo. Hoy queda clarísimo que si el GSP se culmina, y las cosas se hacen bien, cosa que dudo, la operación comercial se iniciaría recién en el año 2024.
Siendo así la realidad, a los clientes libres que se les culmine el contrato en el 2020, en el mejor de los casos su precio se les duplicará; a los que se les venza en el 2021 o en el 2022, habrán condiciones para que el suministrador les pague la penalidad por resolución del contrato y los abandone a su suerte para adquieran energía a precio de mercado spot que en el 2021 será 2.2 veces el valor de su contrato actual, en el 2022 será 3.8 veces y en 2023 llegará a ser 5.0 veces.
La afirmación está analizada con prolijidad, y todo esto es consecuencia de no disponer de gas natural para atender operaciones en las termoeléctricas de Ilo y Mollendo.